Hasta los huesos
Hasta los huesos
Desde las primeras disecciones en Alejandría hasta los bodegones barrocos de Vánitas y los cráneos de Van Gogh y Cézanne, estos elementos se han usado para cuestionar la mortalidad y la esencia humana. Las obras actuales en Esto No Es Una Galería continúan esta tradición, invitando a la reflexión sobre lo que significa ser humano.
Por Esmeralda Avellaneda
El arte como forma de conocer el mundo, el arte para llegar a la esencia de las cosas, el arte como autoexpresión, esas son algunas definiciones del por qué y para qué de muchos movimientos artísticos. Están también esos que hoy consideramos arte porque tenemos la distancia suficiente para desplazarlos de su categoría original: el arte como retrato, como difusión científica a través del dibujo y las ilustraciones, y como bajada de línea moral y no estética, aunque muchas veces también estética.
¿Qué hay del cuerpo en el arte? Este reseña se enfoca en lo que hay bajo la superficie. Se enfoca en los huesos.
Los cráneos y esqueletos tienen su lugar propio en la historia del arte. El interés por retratarlos comienza desde el punto de vista anatómico, en la antigüedad. Los primeros acercamientos a la anatomía del cuerpo humano y animal se dieron en Alejandría, en el Bajo Egipto, cuna de la cultura griega. Socialmente estaba aceptada la práctica de diseccionar para ver que había bajo la dermis, hasta que en la edad media esas práctica cesó.
Estos permisos vuelven con el Renacimiento (siglo XV) bajo el el grito del eterno progreso y la relevancia del saber empírico: la observación directa del cadáver es un aporte a la ciencia y se vuelve relevante en toda Europa.
Pero más allá de su función académica, el encuentro con nuestros huesos tiene su faceta sensible. Nuestros huesos son un recordatorio persistente y perseverante de nuestra fragilidad y han llevado a múltiples reflexiones sobre la existencia del hombre, la muerte, lo que nos compone y cuál es el sentido de nuestra inescapable capacidad de razonar.
Un hito de la presencia de cadáveres en el arte fueron las Vánitas, el estilo artístico que se creó durante la reforma protestante cuyo fin era debatir respecto de las prohibiciones éticas, morales y religiosas sobre el ser humano. Se considera un subgénero del bodegón o la naturaleza muerta y está cargado de simbolismo
Su etimología viene de la palabra vanidad, que viene del latín vanus, que significa «vacío». Pero refiere a la vanidad entendida no como soberbia sino como insignificancia. Se bautiza bajo ese nombre porque remite a la fragilidad de la vida y la brevedad de la existencia.
Este movimiento alentaba, ya que todos vamos a morir, a una vida estoica y ejemplar, pues, ¿qué vale esta vida tan corta que ofrece la tierra?

Se puede observar en el arte romano, barroco (donde tuvo tanta presencia que se convirtió en un género independiente), en frescos pompeyos, pero una referencia popular que quedó para la posteridad y que se ve en tantos tatuajes es el concepto de memento mori: la muerte nos llega a todos. Hay un cuadro de la época, las «danzas de la muerte», del que existen muchas versiones, donde figura un cortejo de esqueletos bailando y tocando música que acompañan a personas de los tres estamentos sociales (nobleza, clero y plebe), a su trágico final. Nos llega a to-dos.


La edad media tuvo además la desgracia de vivir una peste (la peste negra o bubónica) que liquidó a un tercio de la población, por lo que la familiaridad con la muerte y la sensación de la vida como algo frágil y efímero no le era ajeno a nadie. La iglesia tampoco permitió que esto se olvide. Es un movimiento presente en el arte plástico pero también la escultura, grabados, en la arquitectura y hasta en la orfebrería. Entre los siglos XVI y XVII eran muy corrientes un tipo de colgantes llamados memento mori con forma de ataúd que al abrirlos aparecía un esqueleto.
Sin embargo, existe una visión más romántica de lo óseo. La calavera es el ser humano desnudo, en su mínima expresión. Es el ser humano como igual, tanto en parecer como ante la muerte. Reducido a sus huesos, no hay raza o la clase social que valga. Es una invitación a reflexionar porque es un estímulo que nos deja vulnerables.



Cézanne en su época tardía pintó numerosas vanitas con calaveras. Van Gogh tiene sus propias versiones a lo largo de su recorrido.
Y ni hablar de los imaginarios que existen alrededor del tema. Hay una imagen, que si bien es literaria es también performática y la conocemos todos, que es la de Hamlet negociando con su existencia, mirando de frente a una calavera, preguntándose si ser o no ser. La cercanía de la muerte, su presencia en nuestra cotidianidad, conecta con un tropo que es común a toda la humanidad.
Las obras de Esto No Es Una Galería no escapan el canon. Descriptir describe la intención de su arte como la búsqueda por plasmar las pulsiones más personales, para que quien lo mira transite lugares nuevos. Las curvas de sus figuras abstractas, las cavidades, los colores y sus giros repentinos nos llevan a detalles de nuestro cuerpo, de lo que hay debajo de eso que somos.
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Craneos y calaveras$146.400 – $244.980
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Los ciclos del cuerpo$126.173 – $166.547
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El encuentro$112.267 – $151.340
Mónica Carvajal, por su parte, se acerca desde un enfoque menos “realista” (categoría que uso de forma descriptiva y no haciendo alusión a un movimiento de las bellas artes) y más expresionista. Artista visual y directora de arte colombiana, su obra expresiva muestra la fusión de emociones en torno al ser (como acción) humano.
Sus calaveras y cráneos apilados, tanto humanos como no humanos, quedan relegados a una misma jerarquía. Nos vuelven una y otra vez a los grandes referentes, que a pesar de la distancia y sus recorridos tan distintos, se hacían las mismas preguntas que nosotros hoy, mirando al cuadro desde el sillón, viendo más allá de él, sumergidos en nuestras propias reflexiones sobre qué implica ser.
El retrato y la imágen que nos devuelve
Febrero 2024
El retrato y la imágen que nos devuelve
El retrato ha evolucionado desde la antigüedad, donde destacaba la semejanza física y el estatus, pasando por diversas interpretaciones artísticas en la Edad Media y Renacimiento, hasta expresiones más abstractas y conceptuales en el siglo XX. Hoy, se mantiene vigente en el arte contemporáneo con diferentes enfoques, desde el realismo expresivo hasta deconstrucciones metafóricas.
Por Esmeralda Avellaneda
En un retrato predomina el rostro y su expresión. Esta definición básica y más bien taxativa, más o menos, se sostuvo a través de los años. Pero su función y el rol en la sociedad mutó. Según la época, el objetivo del retrato osciló entre su búsqueda por obtener la mayor semejanza posible con su original, la demostración de status, plasmar un tipo de personalidad o llevar al frente la expresión de una persona para entrever un rasgo más universal.
Los primeros retratos a los que tenemos acceso son los retratos funerarios del antiguo Egipto, en el distrito de Fayum. Son los únicos retratos de la era Romana que han sobrevivido hasta nuestros días por la cera utilizada en la pintura que les permitió resistir al tiempo. Estos retratan gobernantes y dioses sobre los sarcófagos que contenían a las momias. Desde ese entonces y por un largo período de tiempo, el retrato se enfocó en mostrar la semejanza a la persona en la mayor medida de lo posible hasta, casi puede decirse, el Renacimiento.


En el medio, y obviando el uso de retratos para las monedas y el dinero, hubo matices. En la edad media, ante la falta de fotografía, se usaban retratos para difundir imágenes de reyes, reinas, muchas veces con interés matrimonial, por ende a veces distorsionando esa semejanza.
Enrique VIII fue un rey Inglés que aceptó como cuarta esposa a la Duquesa Ana de Cleves, que poseía una inteligencia admirable, pero ante todo, cuyo retrato mostraba una mujer alta, esbelta y aceptablemente agraciada. Cualidades que Enrique no reconoció al verla personalmente, al punto de “no poder amarla” por sus cicatrices de viruela y falta de atractivo. A los 180 días, se había divorciado. De la misma manera, en otras ocasiones lo importante era mostrar la grandeza de un duque, que su porte demuestre cualidades extraordinarias, riquezas inimaginables. En definitiva: status.
El Renacimiento supuso una renovación del retrato pintado: el cambio en la sociedad y en las ideas en las que la religión pierde peso y la figura del hombre vuelve a tener protagonismo, reivindicaron este formato. Lo que supo ser para pocos y selectos, pasó a realizarse en privado como tema independiente. Los retratos sobre medallas se hicieron populares, hechos al antiguo estilo de XIX de Pisanello. Circularon los retratos miniatura entre las cortes, por supuesto con intereses matrimoniales. Pero luego, el interés creciente por la comprensión de los sentimientos humanos llevó a querer explorar la fisionomía de las emociones.
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De viaje con Julieta$123.202 – $231.658
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Weapon of Choice$50.321 – $100.944
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Imaginación precipitada$42.736 – $158.755
Es durante el siglo XIX que el retrato pasa por las representaciones neoclásicas como las de Ingres y Jean Louis David, las de personajes heroicos con iluminaciones dramáticas de los románticos, Delacroix y Goya en España, la representación objetiva de los realistas, como Corot y los retratos cotidianos y de familiares cercanos de los impresionistas como Monet, Renoir y Degas. Estos últimos retratos presentan a menudo un carácter intimista, alejado del retrato oficial. No se busca expresar la realidad tal cual es, sino tal cual la percibimos. Busca transmitir la emoción detrás de lo que se ve.
Pero con el siglo XX y las primeras vanguardias, el retrato comienza a perderse en lo abstracto. Comienza a predominar el color en los fauvistas, la fragmentación y deconstrucción en los cubistas y el delirio del surrealismo. El retrato se va perdiendo al soltar las vanguardias cualquier tipo de interés en la semejanza visual. Matisse había simplificado la línea, Picasso había hecho retratos cubistas, pero a mediados de siglo el arte no figurativo corrió al retrato totalmente de escena.
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Telépata$123.202 – $198.698
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Los finales no existen$138.562 – $234.922
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La Gioconda$62.963 – $344.433
Hasta que el Arte Pop en los 60 y sus retratos seriados de actrices, personajes de cómic y políticos lo reinsertan. Hasta llegar al día de hoy, en el que el retrato, con todo el peso de lo ya explorado, el camino recorrido y las potencialidades que conlleva, no se ha vuelto para nada obsoleto sino que, por el contrario, lo vemos presente en el arte contemporáneo como una forma de introspección de cada artista. Ya sea desde el ojo indagador de Valeria Bruni, que se aproxima a él en su sentido más realista, aunque con un uso de colores que se arriman a un expresionismo, como desde la perspectiva de Nika Señora, quien a través de una tipificación propia de la morfología de un rostro, se destaca por un trato lúdico de retratos ya conocidos para resignificarlos a través de su mirada, como lo hace con La Gioconda.
Hasta llegar a un arte como el de Mónica F. Carvajal, que contempla el retrato desde un plano metafórico en el que lo parte, lo deconstruye, o hasta hace el retrato de un retrato sin rostro solo para prenderlo fuego.
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Perdida en el juego$133.758 – $232.338
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El incendio$151.457 – $247.817
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Irradia tu mejor Versión$88.247 – $189.110
Naturaleza Sensible
Octubre 2023
Naturaleza Sensible
Sus tres líneas narrativas: belleza y claridad, oscuridad y misterio, luces y sombras.
Por Olivia Grimoldi
La exposición Naturaleza sensible invita al espectador a sumergirse en un viaje artístico que explora la relación íntima entre la naturaleza y las emociones humanas. Recorre grandes obras maestras de la Historia del Arte y las reúne en un mismo eje: la conexión entre el sentir humano y la naturaleza. Esta muestra busca transmitir cómo los paisajes seleccionados, ya sean reales o imaginados, pueden reflejar y desencadenar una amplia variedad de emociones en las personas. Cada obra es capaz de llevar al espectador a un viaje introspectivo y hacia una nueva conexión con el medio ambiente en el que habita, al mismo tiempo que conectarlo con su propio mundo emocional.
La exposición se divide en tres líneas narrativas que se entrelazan constantemente. Por un lado se destaca la belleza y la claridad de la Naturaleza en la sala: Naturaleza Viva donde se muestran paletas de colores vivos que evocan sensaciones de asombro y fascinación. Los reflejos luminosos de estos cuadros transmiten un ambiente de alegría, plenitud y admiración.
En contraste con el primer foco, otra línea sugiere mostrar la oscuridad y el misterio como protagonistas de los paisajes en la sala: Las sombras del alma. Las obras en este caso evocan emociones nostálgicas, angustiantes y de terror. Estas asociaciones se vinculan en profundidad con las luchas que atraviesa nuestra alma. La oscuridad simboliza la complejidad de los sentimientos y los naufragios que debemos atravesar para reincorporar la luz.
En esta dualidad histórica entre luces y sombras se coloca el rasgo sublime de los paisajes pintados. Estos paisajes reflejan todo lo que no está visible dentro de la mente humana. Esta exposición culmina con la sala: Paisajes internos que requieren una interpretación activa de cada espectador que se coloque frente a las obras. En el caso del arte abstracto se utilizan trazos y metáforas visuales que transmiten emociones que habitan dentro nuestro. Los colores y las formas son el núcleo entre nuestro mundo interno y externo. En lugar de mostrar detalles reconocibles que nos remitan a paisajes reales, los paisajes juegan con ritmos sonoros y le brindan al espectador la posibilidad de tener una interpretación más libre y subjetiva.
Recorrido de Sala virtual para la exposición:
Sala: Naturaleza viva
Sala: Sombras del Alma
Sala: Paisajes Internos
Cuando curamos una exposición
ABRIL 2023
Cuando curamos una exposición
¿Por qué curar? ¿Cuál es el rol del curador? ¿Cómo se relaciona con el resto de los agentes del campo del arte ¿Cuáles son los limites entre mediación y producción artística?

A lo largo de los años la mayor parte del arte se llegó a conocer a través de las exposiciones. Las exposiciones se convirtieron en un lugar primordial para el intercambio entre la producción de obras, el público y los artistas. En este lugar surge una construcción y destrucción de significados.
En el arte contemporáneo, la figura del curador se destaca en estos lugares. Entre medio de posibles diferencias, el curador ha llegado a tener una relación estrechamente vinculada con el artista hasta el punto de no encontrar una distinción.
Uno de los antecedentes más destacados en esta práctica nos remite a la exposición When Attitudes Become Form de 1969 en la Kunsthalle de Bern. Al llamar tanto la atención por mostrar diversas expresiones que estaban pisando fuerte en el terreno artístico después del pop art y del minimal art el curador quiso reunir todas las acciones que estaban emergiendo en el arte contemporáneo. La exposición no remite a ningún movimiento específico sino a la actitud colectiva de los artistas que son llamados a realizar sus acciones in situ. No son obras sacadas de galerías o de museos, sino que son obras producidas en la Kunsthalle como si fuera un laboratorio experimental de acciones creativas. Al recibir tantas críticas y generar debates entre la Institución y el espacio de trabajo, tanto como del rol del curador como co-productor con el artista, termina renunciando su curador Harald Szeemann y crea su propia agencia de curadores independientes.
Ahora bien, como en todo el campo del arte nos encontramos con una de las problemáticas más insoportables: queremos definir.
Lo buscamos definir todo, probablemente porque al ser tan variable y tan mutable en el tiempo, no logramos conformarnos con una sola definición que abarque todo.
¿Cuál es el rol del curador? Y ¿Cómo se relaciona con el resto de los agentes del campo del arte?
La curaduría se transformó en todo un concepto, si nos adentramos a su raíz del latín “cura” se le asigna la responsabilidad de cuidar. Desde la época antigua, a la figura del cuidador o guardián de los imperios, se lo asociaba más a las tareas de cuidar a los menores o a los lunáticos.
Con la actividad del coleccionismo surgen los Gabinetes de Curiosidades. Esas habitaciones llenas de objetos, obras y reliquias, que comienzan a necesitar el almacenamiento, la organización y cuidado de alguien.
Con el paso del tiempo, el curador no es solo el que se encarga de la conservación de una colección, sino más bien nos gusta asociar que su rol es el de la mediación entre el arte y el público.
Una opción que no dañaría las diferentes definiciones en el rol curatorial sería solo asociarlo con la figura que piensa en arte y trabaja con los artistas creando oportunidades u orquestando acontecimientos artísticos.
Si nos referimos a curar entendiéndolo desde el gesto de organizar un evento, sea una exposición en un lugar físico o en nuestro caso virtual, podríamos referirnos al curador de una forma más romántica como el co-productor de ideas, el nexo entre la obra y la opinión pública, el acercamiento a la sociedad.
Inevitablemente volvemos a cuestionarnos: ¿Cuáles son los limites entre mediación y producción artística?
A partir de los años 90´la figura del curador se convierte en protagónica para el arte contemporáneo, organiza exposiciones por temas y toda la muestra podría ser excusa de una nueva obra de arte.
¿La curaduría podría convertirse también en generadora de obras de arte? Pensándolo como una acción que genera ideas, en medio de la disputa artística donde prevalece la creación del concepto y no tanto del objeto.
Esta sección curatorial parte de estas bases y quiere acercar el arte a todos los usuarios que pasen desde el sillón de su casa a nuestra exposición. Esta es nuestra propuesta creativa, nuestra idea y nuestra posible obra de arte.
