El retrato y la imágen que nos devuelve

Febrero 2024

El retrato y la imágen que nos devuelve

El retrato ha evolucionado desde la antigüedad, donde destacaba la semejanza física y el estatus, pasando por diversas interpretaciones artísticas en la Edad Media y Renacimiento, hasta expresiones más abstractas y conceptuales en el siglo XX. Hoy, se mantiene vigente en el arte contemporáneo con diferentes enfoques, desde el realismo expresivo hasta deconstrucciones metafóricas.

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Por Esmeralda Avellaneda

En un retrato predomina el rostro y su expresión. Esta definición básica y más bien taxativa, más o menos, se sostuvo a través de los años. Pero su función y el rol en la sociedad mutó. Según la época, el objetivo del retrato osciló entre su búsqueda por obtener la mayor semejanza posible con su original, la demostración de status, plasmar un tipo de personalidad o llevar al frente la expresión de una persona para entrever un rasgo más universal. 

Los primeros retratos a los que tenemos acceso son los retratos funerarios del antiguo Egipto, en el distrito de Fayum. Son los únicos retratos de la era Romana que han sobrevivido hasta nuestros días por la cera utilizada en la pintura que les permitió resistir al tiempo. Estos retratan gobernantes y dioses sobre los sarcófagos que contenían a las momias. Desde ese entonces y por un largo período de tiempo, el retrato se enfocó en mostrar la semejanza a la persona en la mayor medida de lo posible hasta, casi puede decirse, el Renacimiento.

En el medio, y obviando el uso de retratos para las monedas y el dinero, hubo matices. En la edad media, ante la falta de fotografía, se usaban retratos para difundir imágenes de reyes, reinas, muchas veces con interés matrimonial, por ende a veces distorsionando esa semejanza. 

Enrique VIII fue un rey Inglés que aceptó como cuarta esposa a la Duquesa Ana de Cleves, que poseía una inteligencia admirable, pero ante todo, cuyo retrato mostraba una mujer alta, esbelta y aceptablemente agraciada. Cualidades que Enrique no reconoció al verla personalmente, al punto de “no poder amarla” por sus cicatrices de viruela y falta de atractivo. A los 180 días, se había divorciado. De la misma manera, en otras ocasiones lo importante era mostrar la grandeza de un duque, que su porte demuestre cualidades extraordinarias, riquezas inimaginables. En definitiva: status.

El Renacimiento supuso una renovación del retrato pintado: el cambio en la sociedad y en las ideas en las que la religión pierde peso y la figura del hombre vuelve a tener protagonismo, reivindicaron este formato. Lo que supo ser para pocos y selectos, pasó a realizarse en privado como tema independiente.  Los retratos sobre medallas se hicieron populares, hechos al antiguo estilo de XIX de Pisanello. Circularon los retratos miniatura entre las cortes, por supuesto con intereses matrimoniales. Pero luego, el interés creciente por la comprensión de los sentimientos humanos llevó a querer explorar la fisionomía de las emociones. 

Es durante el siglo XIX que el retrato pasa por las representaciones neoclásicas como las de Ingres y Jean Louis David, las de personajes heroicos con iluminaciones dramáticas de los románticos, Delacroix y Goya en España, la representación objetiva de los realistas, como Corot y los retratos cotidianos y de familiares cercanos de los impresionistas como Monet, Renoir y Degas. Estos últimos retratos presentan a menudo un carácter intimista, alejado del retrato oficial. No se busca expresar la realidad tal cual es, sino tal cual la percibimos. Busca transmitir la emoción detrás de lo que se ve. 

Pero con el siglo XX y las primeras vanguardias, el retrato comienza a perderse en lo abstracto. Comienza a predominar el color en los fauvistas, la fragmentación y deconstrucción en los cubistas y el delirio del surrealismo. El retrato se va perdiendo al soltar las vanguardias cualquier tipo de interés en la semejanza visual. Matisse había simplificado la línea, Picasso había hecho retratos cubistas, pero a mediados de siglo el arte no figurativo corrió al retrato totalmente de escena. 

Hasta que el Arte Pop en los 60 y sus retratos seriados de actrices, personajes de cómic y políticos lo reinsertan. Hasta llegar al día de hoy, en el que el retrato, con todo el peso de lo ya explorado, el camino recorrido y las potencialidades que conlleva, no se ha vuelto para nada obsoleto sino que, por el contrario, lo vemos presente en el arte contemporáneo como una forma de introspección de cada artista. Ya sea desde el ojo indagador de Valeria Bruni, que se aproxima a él en su sentido más realista, aunque con un uso de colores que se arriman a un expresionismo, como desde la perspectiva de Nika Señora, quien a través de una tipificación propia de la morfología de un rostro, se destaca por un trato lúdico de retratos ya conocidos para resignificarlos a través de su mirada, como lo hace con La Gioconda.

Hasta llegar a un arte como el de Mónica F. Carvajal, que contempla el retrato desde un plano metafórico en el que lo parte, lo deconstruye, o hasta hace el retrato de un retrato sin rostro solo para prenderlo fuego. 

Naturaleza Sensible

Octubre 2023

Naturaleza Sensible

Sus tres líneas narrativas: belleza y claridad, oscuridad y misterio, luces y sombras.

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Por Olivia Grimoldi

La exposición Naturaleza sensible invita al espectador a sumergirse en un viaje artístico que explora la relación íntima entre la naturaleza y las emociones humanas. Recorre grandes obras maestras de la Historia del Arte y las reúne en un mismo eje: la conexión entre el sentir humano y la naturaleza. Esta muestra busca transmitir cómo los paisajes seleccionados, ya sean reales o imaginados, pueden reflejar y desencadenar una amplia variedad de emociones en las personas. Cada obra es capaz de llevar al espectador a un viaje introspectivo y hacia una nueva conexión con el medio ambiente en el que habita, al mismo tiempo que conectarlo con su propio mundo emocional. 

La exposición se divide en tres líneas narrativas que se entrelazan constantemente. Por un lado se destaca la belleza y la claridad de la Naturaleza en la sala: Naturaleza Viva donde se muestran paletas de colores vivos que evocan sensaciones de asombro y fascinación. Los reflejos luminosos de estos cuadros transmiten un ambiente de alegría, plenitud y admiración. 

En contraste con el primer foco, otra línea sugiere mostrar la oscuridad y el misterio como protagonistas de los paisajes en la sala: Las sombras del alma. Las obras en este caso evocan emociones nostálgicas, angustiantes y de terror. Estas asociaciones se vinculan en profundidad con las luchas que atraviesa nuestra alma. La oscuridad simboliza la complejidad de los sentimientos y los naufragios que debemos atravesar para reincorporar la luz. 

En esta dualidad histórica entre luces y sombras se coloca el rasgo sublime de los paisajes pintados. Estos paisajes reflejan todo lo que no está visible dentro de la mente humana. Esta exposición culmina con la sala: Paisajes internos que requieren una interpretación activa de cada espectador que se coloque frente a las obras. En el caso del arte abstracto se utilizan trazos y metáforas visuales que transmiten emociones que habitan dentro nuestro. Los colores y las formas son el núcleo entre nuestro mundo interno y externo. En lugar de mostrar detalles reconocibles que nos remitan a paisajes reales, los paisajes juegan con ritmos sonoros y le brindan al espectador la posibilidad de tener una interpretación más libre y subjetiva.

Recorrido de Sala virtual para la exposición:

Sala: Naturaleza viva

Sala: Sombras del Alma

Sala: Paisajes Internos

Cuando curamos una exposición

ABRIL 2023

Cuando curamos una exposición

¿Por qué curar? ¿Cuál es el rol del curador? ¿Cómo se relaciona con el resto de los agentes del campo del arte ¿Cuáles son los limites entre mediación y producción artística?

Mario Merz, Robert Morris, Barry Flanagan y Bruce Nauman, When Attitudes Become Form en Kunsthalle Bern, 1969. Cortesía Contemporary Art Daily
Mario Merz, Robert Morris, Barry Flanagan y Bruce Nauman, When Attitudes Become Form en Kunsthalle Bern, 1969. Cortesía Contemporary Art Daily

A lo largo de los años la mayor parte del arte se llegó a conocer a través de las exposiciones. Las exposiciones se convirtieron en un lugar primordial para el intercambio entre la producción de obras, el público y los artistas. En este lugar surge una construcción y destrucción de significados.

En el arte contemporáneo, la figura del curador se destaca en estos lugares. Entre medio de posibles diferencias, el curador ha llegado a tener una relación estrechamente vinculada con el artista hasta el punto de no encontrar una distinción.  

Uno de los antecedentes más destacados en esta práctica nos remite a la exposición When Attitudes Become Form de 1969 en la Kunsthalle de Bern. Al llamar tanto la atención por mostrar diversas expresiones que estaban pisando fuerte en el terreno artístico después del pop art y del minimal art el curador quiso reunir todas las acciones que estaban emergiendo en el arte contemporáneo. La exposición no remite a ningún movimiento específico sino a la actitud colectiva de los artistas que son llamados a realizar sus acciones in situ. No son obras sacadas de galerías o de museos, sino que son obras producidas en la Kunsthalle como si fuera un laboratorio experimental de acciones creativas. Al recibir tantas críticas y generar debates entre la Institución y el espacio de trabajo, tanto como del rol del curador como co-productor con el artista, termina renunciando su curador Harald Szeemann y crea su propia agencia de curadores independientes. 

Ahora bien, como en todo el campo del arte nos encontramos con una de las problemáticas más insoportables: queremos definir. 

Lo buscamos definir todo, probablemente porque al ser tan variable y tan mutable en el tiempo, no logramos conformarnos con una sola definición que abarque todo. 

¿Cuál es el rol del curador?  Y ¿Cómo se relaciona con el resto de los agentes del campo del arte?

La curaduría se transformó en todo un concepto, si nos adentramos a su raíz del latín “cura” se le asigna la responsabilidad de cuidar. Desde la época antigua, a la figura del cuidador o guardián de los imperios, se lo asociaba más a las tareas de cuidar a los menores o a los lunáticos. 

Con la actividad del coleccionismo surgen los Gabinetes de Curiosidades. Esas habitaciones llenas de objetos, obras y reliquias, que comienzan a necesitar el almacenamiento, la organización  y cuidado de alguien. 

Con el paso del tiempo, el curador no es solo el que se encarga de la conservación de una colección, sino más bien nos gusta asociar que su rol es el de la mediación entre el arte y el público. 

Una opción que no dañaría las diferentes definiciones en el rol curatorial sería solo asociarlo con la figura que piensa en arte y trabaja con los artistas creando oportunidades u orquestando acontecimientos artísticos. 

Si nos referimos a curar entendiéndolo desde el gesto de organizar un evento, sea una exposición en un lugar físico o en nuestro caso virtual, podríamos referirnos al curador de una forma más romántica como el co-productor de ideas, el nexo entre la obra y la opinión pública, el acercamiento a la sociedad. 

Inevitablemente volvemos a cuestionarnos: ¿Cuáles son los limites entre mediación y producción artística?

A partir de los años 90´la figura del curador se convierte en protagónica para el arte contemporáneo, organiza exposiciones por temas y toda la muestra podría ser excusa de una nueva obra de arte

¿La curaduría podría convertirse también en generadora de obras de arte? Pensándolo como una acción que genera ideas, en medio de la disputa artística donde prevalece la creación del concepto y no tanto del objeto.  

Esta sección curatorial parte de estas bases y quiere acercar el arte a todos los usuarios que pasen desde el sillón de su casa a nuestra exposición. Esta es nuestra propuesta creativa, nuestra idea y nuestra posible obra de arte.

Harald Szeemann durante una entrevista sobre la exposición. Cortesía Diario de Arte Contemporáneo